13. Herencia de objetos con valor sentimental
El empresario fue muy previsor y heredó en forma justa, a su parecer, sus bienes muebles e inmuebles a su cónyuge y a sus descendientes, incluyendo a sus nietos.
Repartió, a través de legados, las acciones de las empresas inmobiliarias a sus hijas, en vez de que fueran copropietarias, evitándoles problemas futuros al momento de vender los inmuebles referidos.
Igualmente, a través de legados, repartió las acciones de la empresa tenedora (Holding) a sus hijos que trabajaban en los negocios comerciales que fundó el empresario hace muchos años.
Algunos de sus inmuebles los distribuyó a través de legados en el testamento, incluyendo a uno de sus hijos que tenía discapacidad. Una buena parte del efectivo la distribuyó a asociaciones civiles.
Los descendientes estaban de acuerdo con la distribución que hizo el empresario de su patrimonio. Para ellos fue justo y equitativo y no hubo problema alguno en lo que se refiere a los inmuebles, acciones de la tenedora e inversiones en instrumentos financieros (Bolsa de Valores).
Todo marchaba bien, hasta el día en que se trató el tema del reparto del reloj Rolex de oro que durante los últimos veinte años usó el empresario.
Otro imprevisto fue el reparto del caballo negro pura sangre que ganó muchas competencias y que era el orgullo del empresario. Ambos bienes no fueron repartidos a una persona en especial, sino que entraban a la masa hereditaria (copropiedad). Algunos de los hijos opinaron que era mejor venderlos a un tercero y distribuir el flujo de efectivo recibido entre los herederos en partes iguales.
El reparto del caballo negro de carreras originó un mayúsculo problema, ya que varios descendientes se sentían con derecho a heredarlo, ya sea por promesas del empresario en vida o porque eran muy buenos jinetes. Además, ese caballo había sido campeón en su categoría en concursos nacionales.
Uno de los nietos manifestaba que su abuelo le había regalado en vida el caballo de carreras y que sólo a él le correspondía quedarse con él. Por causa del caballo de carreras hubieron muchos sentimientos encontrados entre los descendientes que llegaron a hacer peligrar los repartos de inmuebles y de acciones de la tenedora que ya habían sido aprobados por los herederos, con resultados satisfactorios en su oportunidad.
Por lo que se refiere al reloj Rolex, una posible solución sería rifarlo entre sus descendientes conforme al resultado de la Lotería Nacional del día de Navidad.
Al final del día, no hubo un final feliz y se requirió utilizar a mediadores profesionales cercanos a la familia para que pudieran resolver de la mejor manera posible el conflicto originado por el reparto de un reloj Rolex y un caballo negro de carreras.
La moraleja: Siempre habrá problemas entre los herederos cuando se dejan en copropiedad objetos con valor sentimental.
Cuando los bienes o derechos no son repartidos a una persona en especial por decisión u omisión, entran a la masa hereditaria (copropiedad). Siempre puede haber problemas entre los copropietarios para poseer, administrar, usar o vender bienes: acciones, inmuebles, propiedades, etcétera.
Es común que a veces no le demos importancia o valor a algún bien. Pero en ocasiones, hay objetos personales de uso o de arte que pueden llegar a generar sentimientos muy fuertes, a veces irracionales, o presunción de derechos entre los herederos.
Cuando hay madurez y cordura entre los descendientes, puede haber diversas formas para disponer del bien, como venderlos, sortearlos o rifarlos. Repartir en legados evita los problemas futuros de copropietarios, pero puede llegarse a posiciones irreconciliables y de parálisis.
Es conveniente evaluar el dejar algo en copropiedad por decisión. El enlistar y revisar periódicamente todos los bienes y derechos, ayuda a detectar y evitar ese posible escenario.
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