10. Justo o Legal
El empresario, cuya edad era de 60 años, había heredado una fortuna en bienes muebles e inmuebles y tenía los recursos para invertir en cualquier negocio que se le presentara. Por supuesto, siempre que de por medio existiera un plan de negocios y que el rendimiento mínimo anual fuese de, al menos, el 10% anual.
Tenía un buen equipo de trabajo, incluyendo contadores y financieros que revisaban con meticulosidad los negocios que le presentaban algunos inversionistas. En los negocios inmobiliarios le fue muy bien y, debido a que reinvertía las utilidades en otros negocios del mismo giro, difería legalmente el impuesto sobre la renta hasta el tiempo en que no deseara comprar inmuebles.
Una de sus hijas contrajo matrimonio con un estudiante foráneo y el empresario le ofreció trabajo bien remunerado a su yerno en una de las empresas del grupo en donde tenía participación accionaria importante.
El yerno fue escalando puestos en la organización y, al paso de los años, llegó a ocupar importantes puestos a nivel de gerencias y direcciones.
El yerno estaba capacitado y había obtenido una maestría en el extranjero que fue pagada, en gran parte, por su suegro, como sucede en muchas familias con recursos que envían a los recién casados a estudiar a alguna universidad del extranjero.
Debido a los buenos contactos, tanto del suegro como del yerno, incursionaron con resultados satisfactorios en varios negocios nacionales como internacionales. ¿Qué más podían pedir las partes? Todo marchaba bien y no existían problemas entre ellos.
Un inversionista, amigo del suegro, también le entró con efectivo a ciertos negocios propuestos por el yerno y fueron muy buenos los resultados para los bolsillos de los accionistas.
En épocas de vacas flacas, las cosas suelen cambiar radicalmente y los accionistas de las empresas, incluyendo al suegro, se ponían muy listos en el manejo del flujo de efectivo.
En cierta ocasión, el yerno le prometió vender una de las empresas del grupo a un tercero. En forma simultánea, le presentó a su suegro una carta de intención por medio de la cual se especificaban y pactaban los aspectos importantes de la operación de compra venta de acciones, incluyendo el precio de las acciones y un calendario de los abonos que recibirían por la venta de las acciones.
Debido a que existió una enorme diferencia entre el flujo de efectivo originalmente prometido y pactado con el suegro y el mayor flujo de efectivo real que recibió el yerno, el negocio fue de los abogados; suegro y yerno terminaron en demandas. Los abogados se valieron de todo tipo de argucias legales para defender a sus respectivos clientes. Fue más el orgullo por parte del suegro a obtener una mayor tajada del pastel que creía en justicia merecer, que inclusive perdió pisada y las relaciones familiares quedaron muy deterioradas y con sentimientos encontrados. No tuvieron éxito en conciliar a las partes los mediadores que intervinieron en esta operación de venta de las acciones de uno de los negocios familiares.
Ahora se saludan, si acaso, como si no fueran familia, no obstante que el importe de dicha operación representaba un porcentaje muy pequeño con relación a la herencia que recibió el suegro en su oportunidad.
Resumen
Un acuerdo entre dos partes, personas físicas o morales puede ser legal y no necesariamente ser justo; pero el papelito habla. Los documentos, desde luego por escrito, como carta de intención, contratos, acuerdos, promesa de compra venta, obligan específicamente a las partes firmantes a veces protocolizados ante Notario. Frente a estos documentos legales no podemos reclamar un trato distinto al pactado, aunque lo consideremos justo.