3. No tengo la culpa de ser el “benjamín” de la familia
Una familia emprendedora enfrenta una difícil situación en materia de sucesión de liderazgo por el fallecimiento del padre que murió intestado.
Una familia emprendedora enfrenta una difícil situación en materia de sucesión de liderazgo por el fallecimiento del padre que murió intestado.
El padre fue muy trabajador y exitoso en los negocios. A temprana edad se independizó y estableció un importante negocio comercial. Por cuestiones de formación y necesidad, obligó a sus primeros hijos a trabajar en el negocio cuando eran adolescentes y no insistió en su Educación Superior; en total fueron ocho hijos. Sólo el último de sus hijos obtuvo un título profesional.
El hijo menor y más preparado, el que tuvo la oportunidad de estudiar carrera profesional y maestría en el extranjero, responde a sus hermanos: “No tengo la culpa de ser el “benjamín” de la familia y haber tenido la oportunidad de prepararme mejor que ustedes para dirigir al grupo de empresas que nos deja nuestro padre”.
La madre, que nunca tuvo conocimiento de los negocios de su marido, está muy confundida y siente mucha presión por parte de sus hijos. Algunos opinan que deben venderse los negocios y hacer una distribución en partes iguales. Como en toda familia, existen grupos de hermanos afines. En el caso que nos ocupa había tres bandos: los hermanos mayores, las hermanas y el “benjamín” de la familia.
Ante tal situación, se hizo un ejercicio teórico de reparto de negocios y de inmuebles entre los miembros de la familia. El padre, conforme iban naciendo los hijos, compraba propiedades a sus nombres y los hacía accionistas en diferentes negocios. Deberán imaginarse lo problemático del caso ya que, legalmente, ciertas propiedades y negocios ya les correspondía sólo a parte de los hermanos, razón por la cual no se podían distribuir entre todos los miembros de la familia, como seguramente hubiera deseado el padre.
El hermano mayor comentaba:
Desde muy pequeño mi padre me obligó a trabajar y no tuve estudios profesionales, como mi hermano el menor. Rara vez salí de vacaciones y mis hijos fueron educados en escuelas públicas. Ahora la situación es distinta ya que, afortunadamente, van bien los negocios y siento que nos corresponde mayor participación porque nosotros fuimos los que los hicimos crecer, junto con nuestro padre. No es justo que el hermano menor tenga la misma participación en los negocios que nosotros.
En reunión de hermanos, acordaron nombrar a un tercero que no lo conociera nadie de la familia y que, por lo tanto, podría esperarse que fuese más objetivo y expresara una opinión profesional sobre las alternativas para distribuir el patrimonio entre los miembros de la familia.
Como punto de partida y para conocer el total del patrimonio, independiente de quién aparecía como dueño de inmuebles o accionista en las empresas, se valuaron los negocios y se solicitaron avalúos de los inmuebles.
Afortunadamente, después de muchas negociaciones, aceptaron repartos parciales, no totales, y el “benjamín” de los hermanos los convenció que él dirigiera los negocios y que haría su mejor esfuerzo en llevarlos por buen rumbo y les entregaría dividendos suficientes para vivir decorosamente. En resumen, los convenció que su trato con ellos sería en calidad de accionistas y no como empleados.
El “benjamín” de la familia tenía un estilo de vida diferente al de sus hermanos y, a pesar de no tener experiencias laborarles como ellos, tenía preparación profesional con conocimientos computacionales sólidos y de actualidad y el dominio de otros idiomas, que lo hacían diferente. No era arrogante y lo único que sabía es que ahora le tocaba el turno de trabajar para la familia, pero con una administración profesional y acorde a las necesidades actuales de los negocios.
Resumen
Un problema mayor es no dejar “dicho”, el patriarca, cómo querría repartir su patrimonio.
Comprar propiedades a nombre de los hijos representa problemas al momento de la repartición entre los miembros de la familia, razón por la cual ya no es fácil distribuir la herencia en partes iguales entre todos los miembros de la familia, como generalmente lo desea el padre.
No hay duda de que los padres quieren igual a todos sus hijos y quieren ser justos con ellos.
¿Quién debe dirigir la empresa? ¿El hijo mayor, el más capacitado o un externo?
¿Deben recibir todos la herencia en partes iguales? ¿O deben recompensarse los esfuerzos y trabajo de los mayores que laboraron e hicieron crecer el negocio?
Calificar si se recibe lo “justo”, siempre está en los ojos de quien lo recibe y nunca en las manos de quien lo da.
Usted debe definir con tiempo quién debe sucederlo y dejar legalmente establecido cómo quiere distribuir su patrimonio.
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